Contra lo que se cree, la hipertensión no es un problema que sólo afecta a los adultos. Con cada vez más frecuencia niños y adolescentes sufren de presión arterial alta.
Lo que sucede en muchos casos es que esta circunstancia pasa desapercibida hasta que el niño se desarrolla y por tanto se pierden unos valiosos años en los que podrían haberse tomado algunas medidas preventivas y llevarse a cabo cambios de hábitos que podrían haber supuesto una gran diferencia.
Pero, ¿qué es exactamente la tensión arterial? Llamamos así al flujo de sangre oxigenada que el corazón bombea a las arterias.
En los adultos es fácil conocer si una persona sufre o no de tensión arterial alta. Si su presión sistólica se encuentra en el rango de los 120 mmHg hasta 140 mmHg se dice que sufre de prehipertensión y si la medida es de 141 mmHg o más se considera como hipertensa a la persona que presenta estos valores.
Sabemos que la hipertensión es una enfermedad silenciosa en los adultos, que no presenta síntomas y lo mismo sucede en los niños. La presión arterial alta en un niño o un adolescente no genera ningún tipo de señal externa anormal.
En el caso de los niños es mucho más complicado el diagnóstico.Para conocer si un niño es hipertenso no sólo se deben tomar en consideración las medidas que arroja el tensiómetro, sino que se tiene que medir y pesar al niño y considerar su edad. Con esas 4 variables , y tras consultar una serie de tablas comparativas se puede establecer si la presión arterial del niño es alta o es normal.
Esta complejidad nos debe dar una idea sobre la importancia de conocer la presión arterial de nuestros hijos y porqué los doctores deben tomar la presión arterial a los niños.
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¿Desde qué edad se debe medir la presión arterial de un niño?
Una cuestión de suma importancia es la edad a la que los médicos deben comenzar a registrar la presión arterial de los niños. Normalmente se recomienda que la presión arterial del niño se mida a partir de los 3 años, pues es una excelente manera de poder diagnosticar cualquier problema que pueda sufrir y que, por su edad, no sea capaz de revelar al doctor.
Algunos síntomas que nos dan pistas sobre si los niños sufren de hipertensión son los mareos y los desmayos, así como las perdidas de visión, fuertes dolores de cabeza o latidos rápidos o irregulares.
Si además el niño vomita o le sangra la nariz es muy importante contactar al médico lo antes posible pues en infantes o niños pequeños esto es sintomático de la existencia de enfermedades graves.
Tipos de hipertensión en niños
Según la Asociación Americana de Pediatría, cada vez más niños y adolescentes son diagnosticados con tensión arterial alta. En concreto, en unas pocas décadas se ha pasado de un 1% de niños con hipertensión a un 3.5% en 2017.
Es importante diferenciar que tipo de hipertensión sufren. En niños de edades cortas normalmente la hipertensión es primaria y suele ser motivada por herencia genética, producto de alguna enfermedad grave o malformación o incluso una mezcla de ambas.
En niños de más edad, la hipertensión suele ser de tipo secundario y está claramente asociada con estilos de vida perjudiciales.
Hipertensión en niños menores de 10 años
Como ya hemos visto, se debe controlar la presión arterial a los niños a partir de los tres años como forma certera de detección de enfermedades, ya que va a mostrar al médico sintomatologías que de otro modo pueden pasar desapercibidas.
La hipertensión en niños muy pequeños es fundamentalmente primaria y puede tener un componente genético, aunque normalmente este tipo de hipertensión es causada por enfermedades congénitas o malformaciones severas.
Si los padres del niño han sido diagnosticados con presión arterial alta, sobre todo a edad temprana, es muy importante que el niño tenga su presión sanguínea medida desde muy pequeño para evitar problemas de hipertensión, tanto a corto como a largo plazo.
Entre las enfermedades congénitas que van a producir hipertensión están: problemas en los riñones como la obstrucción de la válvula de la uretra, la hidronefrosis, la enfermedad poliquística del riñón, infecciones en el tracto urinario o el riñón multiquístico.
En todas estas enfermedades el riñón no puede manejar de forma correcta el volumen de líquido a filtrar y esta circunstancia es lo que causa la hipertensión.
Otro tipo de enfermedades que causan hipertensión son las que afectan al corazón del niño. Las cardiopatías congénitas inducen a la hipertensión en el menor y tendrán que ser tratadas con medicamentos y cirugía, pues son enfermedades graves y normalmente crónicas que ponen en riesgo la salud del niño.
El crecimiento trae a su vez problemas de hipertensión secundaria. Esto es debido más a hábitos de vida perjudiciales que a enfermedades congénitas. A partir de los 7 años y sobre todo de los 10 en adelante los médicos han observado un alza importante en la hipertensión secundaria en relación a la primaria, más frecuente con los niños más pequeños.
Niños y adolescentes con hipertensión
En las últimas décadas los investigadores se han percatado del aumento de niños y adolescentes que sufren de hipertensión secundaria.
Las causas de este aumento se encuentran en el desarrollo de malos hábitos de vida como el sedentarismo, la ingesta de grasas trans y saturadas, un consumo excesivo de sodio y carnes rojas, y el abuso de azúcar, dulces y pasteleria industrial entre otras.
Actualmente ha aumentado el tiempo de ocio que los pequeños pasan frente al ordenador o al televisor dentro de la casa y han disminuido las horas semanales que dedican a las actividades al aire libre y al deporte. Como consecuencia de este sedentarismo sus niveles de hipertensión pueden aumentar.
A la falta de ejercicio se suma un consumo elevado de carnes rojas y grasas trans y saturadas. En todas la sociedades, tanto del mundo desarrollado como en países en vías de desarrollo, se ha detectado una creciente tendencia a la obesidad infantil. El porcentaje de niños obesos ha aumentado un 30% desde 1990 hasta 2016.
La obesidad infantil no sólo facilita que esos niños sean adultos obesos, sino que a muy temprana edad desarrollen enfermedades crónicas y degenerativas como la hipertensión, la diabetes y la resistencia a la insulina, desordenes musculares y oseos, -en especial osteoartritis– e incluso algunos tipos de cáncer como el de colón, el de endometrio o el de mama.
El abuso de sodio en forma de comida basura como snacks, patatas fritas etc… también es un elemento que influye a la hora de desarrollar hipertensión, sin importar que los consumidores sean niños, adolescentes o adultos.
La ingesta de azúcar se ha disparado en los último años. En el caso de los niños es incluso más preocupante que en el de los adultos, pues gran parte de los aperitivos que se venden para ellos son dulces o pastelitos, producidos con grasas trans y azúcares, por lo que resultan doblemente peligrosos para la salud al combinar dos de los elementos que se han demostrado como causantes de la hipertensión a cualquier edad.
A todos estos factores se suma una etapa de crecimiento como la niñez o adolescencia, donde suceden muchos cambios que serán nucleares en la vida adulta. Por ello es realmente importante estar al tanto de si nuestros niños o hijos adolescentes sufren de hipertensión.
Para saberlo, es necesario hacer un seguimiento y evaluación regular de las medidas de la presión arterial. Normalmente los doctores hacen una primera medición y si esta refleja hipertensión, a la semana se hace una segunda medición para ver si la presión arterial continúa alta. En las siguientes visitas al médico se seguirá observando la tensión arterial del niño o adolescente para comprobar si realmente es hipertenso.
En el caso de que se diagnostique a un niño o a un adolescente con hipertensión es importante tomar medidas lo antes posible, pues la presión arterial alta en niños es totalmente curable.
Cómo evitar la hipertensión en niños
La hipertensión en niños es un fenómeno cada vez más frecuente a nivel mundial. Junto con la diabetes son las dos enfermedades que más se han disparado en este comienzo de siglo en niños y adolescentes y las principales causas de ambas son estilos de vida inadecuados.
Hay que recordar que la hipertensión a largo plazo puede derivar en daños a órganos muy importantes o incluso vitales como los riñones o en el desarrollo de hipertrofia ventricular.
La detección a tiempo es crítica, pues según estudios hechos en Estados Unidos casi el 75% de los adolescentes hipertensos no son detectados a esa edad y, en consecuencia, no son tratados.
La obesidad es el factor más relacionado con la hipertensión en niños mayores de 10 años. Aproximadamente el 30% de niños obesos o con sobrepeso sufre también de hipertensión, por esta razón es importante medir la tensión arterial de los niños y cambiar los estilos de vida inadecuados por otros más saludables, que se han demostrado eficaces frente a la hipertensión e incluso la diabetes.
Hacer deporte
Reducir las horas que los niños pasan frente al televisor o el ordenador es prioritario para lograr un estilo de vida más sano en el que la tensión arterial esté dentro de los parámetros normales. Practicar un deporte en la escuela es una magnifica forma de lograr que el adolescente no sea tan sedentario y eleve su condición física.
Lo recomendable es que los niños y adolescentes practiquen cualquier tipo de deporte que necesite de actividad aeróbica, desde natación a fútbol, carreras, ciclismo, baloncesto, etc…Todos estos deportes implican que el cuerpo debe obtener oxigeno para quemar los hidratos de carbono almacenados y obtener la energía necesaria para seguir trabajando.
Con los ejercicios aeróbicos se logra quemar grasa, bajar de peso y estimular todo el aparato cardiovascular, por lo que las arterias vuelven a ser más dúctiles y el flujo de sangre no encuentra ningún tipo de obstáculo.
Para los expertos es importante que los periodos de inactividad diarios no relacionados con las actividades académicas de niños y adolescentes no superen las 2 horas. Evitar actividades sedentarias es clave para un desarrollo saludable.
Cambios en la dieta
La obesidad es otro factor determinante de la hipertensión, tanto en niños como en adultos. Una dieta no balanceada y rica en grasas trans y saturadas, carnes rojas, lacteos enteros y harinas refinadas conlleva un aumento de peso y que las arterias se vuelvan más rígidas y congestionadas por acción del colesterol malo LDL.
El cambio de hábitos alimenticios se ha probado efectivo en la disminución de la presión arterial. Aumentar el consumo de frutas y verduras, granos enteros, leche desnatada o light, reducir la ingesta de proteínas y sustituir las carnes rojas por el pescado y la proteína de las carnes blancas supone una disminución importante de las calorías consumidas y un nivel de nutrientes mucho más cardiosaludables.
En cuanto a la ingesta de sal hay que tomar en consideración que normalmente es mayor de lo que creemos, ya que se consume de manera involuntaria a través de aperitivos y comidas preparadas como enlatados y congelados.
Este es otro factor a modificar en la dieta, sobre todo en la de los niños. Snacks como patatas fritas, cacahuetes, o palomitas de microondas tienen niveles muy elevados de sodio, lo que conlleva retención de líquidos en el organismo y ocasiona rigidez en las arterias a cualquier edad.
Abusar de bebidas edulcoradas, sobre todo refrescos con gas, también ha contribuido a la obesidad y al aumento de hipertensión en la población infantil, ya que se trata de calorías vacías sin ningún tipo de valor dietético.
Reducir el estrés
Por último hay que señalar como otro factor importante el grado de estrés que sufren los niños y adolescentes, que es el más elevado en muchas generaciones.
Una agenda cargada de actividades extra académicas, sobre todo de tipo intelectual, reduce sus posibilidades de hacer ejercicio en pro de una hipotética competitividad para obtener en el futuro un mejor empleo y remuneración.
La combinación de actividades extraescolares con ejercicio es, por tanto, la mejor manera de reducir el estrés en la población escolar y evitar que sufran de una enfermedad eminentemente adulta como es la hipertensión en una edad crítica para su desarrollo físico y mental.
Christina G. Nogueira
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