Mientras que los gobiernos gastan millones en campañas de concienciación para el reciclaje que permitan disminuir el impacto ambiental de los deshechos que producimos, a nadie parece habérsele ocurrido que incluir una simple advertencia en las cajas de lentillas sobre el modo de desecharlas puede ser un modo muy eficaz de disminuir los efectos de la contaminación en el mar.

Las lentillas son un objeto de uso común y extendido por todo el planeta. Sólo en España se estima que las usan más de dos millones y medio de personas, y en Estados Unidos unos 45 millones.

A nivel global, se calculan en más de 153 millones las personas con problemas de visión, y un importante porcentaje de ellas utilizan lentes de contacto.

Pero, ¿cuál es exactamente el problema al respecto de las lentillas?

En realidad no se trata de uno, sino de varios:

– Las lentes de contacto son, principalmente desechables, de manera que cada cierto tiempo es necesario sustituirlas y deshacerse de las anteriores.

– Un importante porcentaje de los usuarios se deshacen de ellas arrojándolas por el lavabo, con lo que el destino final será casi siempre, el mar.

– Las lentillas en ese proceso se degradan convirtiéndose en microplásticos.

Ahora saca la calculadora y haz números. Millones de personas en todo el planeta, deshaciéndose de objetos cada mes, que terminan en el mar convertidos en microplásticos.

¿Ves ya la magnitud del problema?

¿Qué ocurre cuando desechamos las lentillas por el lavabo?

No se trata de alarmismo, sino de una investigación que ha puesto de relieve el problema exponiéndolo en un encuentro anual de la American Chemical Society.

Las lentillas, como el resto de objetos que se arrojan por el inodoro o el lavabo, llegan a una depuradora.

Teóricamente, este debería ser su destino final, ya que precisamente la labor de las depuradoras es filtrar los objetos contenidos en dichas agua para evitar que lleguen a los mares y los contaminen.

Pero el tamaño y la ductilidad de las lentes de contacto son demasiado para dichos filtros.

Todo el que ha tenido alguna vez en la mano una lentilla sabe de su capacidad para hacerse resbaladizas y reducir su tamaño, de manera que la gran mayoría de lentes que llegan a la depuradora no quedan retenidas.

Su flexibilidad les permite doblarse y superar los filtros, alcanzando así las agua marinas.

Esto no es una hipótesis, sino una realidad bien contrastada con cifras. Sólo en el Mediterráneo hay entre 4.800 y 30.000 toneladas de microplásticos originados por las lentillas y en el total de los océanos del planeta la cantidad se eleva a una cifra entre las 93.000 y las 236.000 toneladas.

Para colmo, en este viaje el material de las lentillas – normalmente una mezcla de polimetilmetacrilato, siliconas y fluoropolímeros- se ve expuesto a todo tipo de bacterias, haciendo que se desprendan pequeñas partículas que dan lugar a microplásticos.

lentillas microplasticoY estos microplásticos recogen contaminantes en su camino que luego pueden ser absorbidos por especies marinas.

¿Cuál es la solución?

Ya hemos visto las devastadoras consecuencias a nivel medioambiental que supone el deshecho masivo de millones de lentes de contacto de manera regular a través del lavabo o el inodoro.

Los fondos marinos se enfrentan ya a suficientes amenazas como para añadir una más, especialmente cuando la solución es tan simple y está en mano de cada uno de nosotros.

Otros problemas ecológicos son mucho más complejos de resolver. Mantener bajo control las emisiones químicas de las fábricas requiere un equipamiento e inversión de alto coste, que no todas las empresas están dispuestas a asumir.

Pero deshacerse de las lentillas del modo correcto no conlleva más que un simple gesto. Una elección.

En lugar de dejarlas ir por el desagüe, sólo hace falta echarlas a la basura.

Cabría preguntarse porqué si es un problema tan sencillo de evitar no se hace nada al respecto.¿Por qué seguimos desechando las lentillas del modo incorrecto?

La realidad es que mientras en otras campañas informativas se gastan millones de euros en anuncios de concienciación a través de medios caros como la televisión, una simple advertencia escrita en las cajas de lentillas podría bastar para cambiar este comportamiento.

Porque en realidad no se trata de desidia ni de falta de conciencia cívica. La mayoría de personas siguen llevando a cabo esta acción por puro desconocimiento. Ignoran cuales son las consecuencias y el daño que están causando al hacerlo.

De ahí que nunca esté de más cualquier pequeño esfuerzo para propagar esta información y hacer que los usuarios de lentes de contacto tomen conciencia de que hay un modo adecuado y otro inadecuado de deshacerse de sus lentillas.

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