La sociedad actual se enfrenta a innumerables problemas que afectan a todos los ámbitos de la vida, y los políticos, en la mayoría de casos, se escudan en la falta de medios para justificar su incapacidad para darles solución.

Es cierto que nunca existen recursos suficientes como para solucionar todos los problemas que se plantean en una comunidad, pero no lo es menos que allí donde el dinero no llega, pueden hacerlo las soluciones creativas.

Quizás esa sea la gran esperanza de cara al futuro en un planeta que pronto tendrá más habitantes que recursos.

Cuando ello ocurra, no habrá más salida que buscar soluciones originales, abrir la puerta a planteamientos innovadores y dar la bienvenida a la política a todo aquel que haya demostrado su capacidad de “pensar fuera de la caja”.

Por lo pronto, esa creatividad ha sido el arma con la que un arquitecto brasileño, Jaime Lerner, ha triunfado en la política desde hace décadas. Y lo ha hecho, precisamente, empujado por la falta de presupuesto.

Ante la imposibilidad de gastar dinero para realizar mejoras en su ciudad, Curitiba, cuando accedió a la alcaldía, Lerner aplicó toda una serie de medidas sorprendentes y creativas cuyos resultados han asombrado al mundo. Hoy algunas de ellas han sido copiadas en algunas grandes urbes del planeta.

A grandes problemas, ingeniosas soluciones

Lo curioso es que Lerner parece haberse sentido muy cómodo trabajando con un presupuesto reducido, porque le obligó a diseñar medidas innovadoras y diferentes.

Su máxima es todo un ejemplo que debería de resultar inspiradora para cualquier servidor público en cualquier rincón del mundo: “La creatividad empieza cuando quitas un cero al presupuesto.”

Lerner llegó a la alcaldía de Curitiba puesto a dedo por la dictadura militar, y pronto tuvo que enfrentarse al problema de la movilidad ciudadana.

Con 700.000 habitantes, Curitiba era una ciudad construida en extensión, en la que los ciudadanos que vivían en las afueras necesitaban horas para llegar al centro.

La solución más obvia era la construcción de un metro que conectase de forma rápida el corazón de la ciudad con el extrarradio, pero en este caso no era factible por una sencilla razón: no había dinero suficiente para abordar el proyecto.

Su solución pasó por crear una alternativa menos costosa, el “Metro sobre ruedas” una suerte de trolebús con pocas paradas y un carril exclusivo.

Se construyeron tubos en las paradas para acelerar el embarque por varias puertas, a imagen y semejanza del metro, y el resultado fue que los pasajeros apenas tenían que esperar algo más de un minuto.

Jaime LernerLa idea resultó tan revolucionaria que supuso una enorme disminución del transporte privado. La gente dejó de necesitar el coche y todo ese espacio que antes se comían las carreteras, quedó disponible para zonas verdes.

Sin embargo el problema de la falta de presupuesto impedía la construcción de plazas, así que para dotar a la ciudad de dichos espacios volvió a idear una nueva solución creativa.

Parte de los espacios forestales privados que rodeaban la ciudad fueron expropiados a las familias propietarias a cambio de una compensación asumible para el Ayuntamiento.

Las familias retuvieron el 20% de esa propiedad sin tener que pagar impuestos de forma permanente, y el terreno expropiado se convirtió en parques que se bautizaron con el apellido de la familia.

Todas las partes quedaron satisfechas con el trato.

La filosofía creativa aplicada a la solución de problemas

Hoy en día ciudades como Bogotá, Seúl o Los Angeles tienen sistemas similares al “metro sobre ruedas” de Curitiba. Y de los 50.000 pasajeros diarios con los que comenzó a funcionar hoy transporta más de 2 millones y medio.

Las ideas de Lerner no se han limitado a solucionar problemas urbanísticos. Este arquitecto/alcalde que más tarde llegó a Gobernador de Paraná es un apasionado de la creatividad como medio de solución de problemas y cree firmemente que relacionarse con artistas ayuda a adquirir una apertura mental con la que afrontar problemas de un modo novedoso.

Lerner dio solución a problemas sociales y medioambientales aplicando la misma filosofía.

Cuando descubrió que en las ciudades del estado de Paraná había muchos niños por las calles que no estaban escolarizados impulsó la entrega de cestas de comida semanales a aquellas familias que llevaran a sus hijos a la escuela.

Y ante los problemas de contaminación existentes, optó por formar y concienciar a los niños para que vigilaran la actitud de los padres en casa o por comprar a los pescadores la basura que recogieran, para estimularlos a hacerlo.

A pesar de que sus métodos son tan asombrosos como los resultados que ha conseguido, Lerner no se considera un héroe: “Mi intención no ha sido nunca salvar el mundo, sino promover el deseo de cambiar las cosas. Creo que eso es posible”.

Todo un ejemplo en el que fijarnos.