Hablar de adicción puede sonar algo excesivo. Sobre todo porque el concepto de adicción tiene una serie de connotaciones destructivas sobre la vida de las personas. Alguien que sufre de una adicción, por lo general, echa su vida a perder al supeditarlo todo a la causa de la misma, llámese droga, ludopatía o similar.

Pensar que los niños y jóvenes de hoy en día pueden terminar siendo adictos porque jueguen con tablets, consolas y móviles es una exageración…

¿O no?

Mecanismos mentales similares

Basta con echar un vistazo a un grupo de adolescentes para comprobar como esta posibilidad no es tan disparatada como hasta hace poco podía parecer. Prácticamente todos pasan gran parte de su tiempo consultando sus móviles en lugar de interactuar entre sí.

Y es que para entender el porqué de una dependencia tan acusada hay que bucear en los mecanismos y resortes que se activan en el cerebro ante cualquier actividad que produce efectos placenteros.

El cerebro es un órgano complejo que responde a los estímulos por medio de la emisión de determinadas sustancias químicas.

Las actividades que producen en él un efecto de recompensa provocan la emisión de dopamina, una sustancia química que interviene en los receptores del placer del cerebro.

Esto hace que de manera recurrente, el individuo busque repetir las acciones que provocan dicha reacción.

La tecnología, en este sentido, no se diferencia de la comida, el sexo o las drogas. El cerebro, a nivel químico, recibe la misma respuesta.

Niños adictos tecnología adolescentesA ello hay que sumar que el cerebro de niños y adolescentes está aún en desarrollo, lo que lo hace más vulnerable.

Por lo tanto no hay que minusvalorar la magnitud de la amenaza. La tecnología puede convertirse, a edades tempranas, en una adicción.

Cómo puede afectar a la vida de los más jóvenes

¿Cuando podemos considerar que una adicción existe?

Es evidente que quien sufre de cualquier adicción va a ser siempre el último en reconocerlo y se va a oponer a admitirlo abiertamente. Por tanto el punto de vista del afectado/a no es una referencia válida.

Sin embargo hay varios criterios definidos que nos van a servir para determinar la existencia o no de una adicción. Entre los criterios de dependencia se incluyen, por ejemplo “uso de un artículo que resulta en no completar tareas importantes” o “ uso de un artículo que crea peligros”.

Si un niño o un joven dejan de lado sus tareas escolares de forma constante por culpa del uso de cualquier dispositivo tecnológico, o de su uso se derivan peligros para su integridad física (como por ejemplo que cruce las carreteras sin mirar por ir pendiente del móvil o de la mini consola) es hora de actuar.

Las consecuencias de la adicción

Una adicción tecnológica tiene consecuencias. Puede que no sean tan graves en comparación como la adicción a algunas sustancias, pero no por ello dejan de ser importantes.

Por lo general la adicción a los dispositivos tecnológicos repercute en una alimentación deficiente y en una mala calidad del sueño.

Los niños dejan de lado la comida y empiezan a descansar poco y mal debido a que su atención se centra de manera exclusiva en ese mundo virtual, lo que más pronto que tarde se traducirá en problemas de salud.

También se ven afectadas sus relaciones personales, tanto con otros chicos de su edad como dentro del propio ámbito familiar.

Al limitarse la interacción con los padres, son menos las sonrisas, las conversaciones y el contacto visual entre padres e hijo durante la etapa de crecimiento, lo que termina por tener un impacto en su desarrollo cerebral y afectivo.

¿Quienes son los culpables?

Como en cualquier adicción, difícilmente puede explicarse la conducta desviada por un solo motivo.

Es evidente que las decisiones del niño son las que provocan en última instancia esta patología, pero no hay que dejar de lado que los padres, e incluso los propio fabricantes de dispositivos tecnológicos también tienen su cuota de responsabilidad.

La de los padres es más que evidente. Ya sea por falta de autoridad para hacer que el niño deponga su actitud o porque la tecnología les sirve para liberarse en muchos casos de las que son sus responsabilidades paternas (es mucho más fácil darle al niño la consola para que deje de llorar que tratar de razonar con él), lo cierto es que son ellos en muchos casos los que con su comportamiento favorecen que el niño termine por depender en exceso de los aparatos electrónico y las pantallas.

Niños adictos tecnología padres fabricantes¿Y los fabricantes? Bueno, en primera instancia no se puede negar el derecho de todos ellos de hacer sus aparatos lo más atractivos posible pero hay quien señala que el diseño tecnológico actual está pensado para atraer a los niños y hacerlos volver una y otra vez.

En este sentido podría considerarse que el “secuestro de mentes” de muchos pequeños es también responsabilidad de los fabricantes por estimular el comportamiento adictivo en cerebros aún en desarrollo.