Foto de una hormiga al atardecer Pero resulta aún más interesante descubrir que estos diminutos animales, como las hormigas, desempeñan un importante servicio social, desconocido para gran parte de la población.

Éstas han sido las conclusiones a las que ha llegado un equipo de ecologistas de la Universidad Estatal de Carolina de Norte. Su estudio pretendía saber qué ocurría con los desperdicios orgánicos que hombres y mujeres arrojaban al suelo. Nueva York fue el escenario elegido para desarrollar la prueba.

Experimento a pequeña escala, pero con grandes resultados

El análisis se llevó a cabo durante seis días y a lo largo de 150 manzanas de la ciudad neoyorquina. Se colocaron en sus calles centenares de residuos como perritos calientes, patatas fritas y galletas, y en el interior de pequeñas jaulas a las que sólo podían acceder los artrópodos, como hormigas y arañas. Después de 24 horas, los científicos constataron que los invertebrados habían consumido el 59% de los desperdicios.

Tras el experimento se obtuvo un cálculo trascendental: los artrópodos eran capaces de consumir 6,5 kilos de restos orgánicos por manzana y año. O lo que es lo mismo, las hormigas y otros invertebrados podían engullir 60.000 perritos calientes, 200.000 galletas y 600.000 patatas fritas desperdigadas anualmente entre las calles Broadway y West Street.

Las hormigas: a la cabeza del banquete

Un apetito voraz en el que las hormigas parten como las comedoras fundamentales. Así estos insectos sociales fueron los principales consumidores de residuos urbanos durante el experimento. El estudio también permitió analizar las pautas alimenticias de estos artrópodos.

Se capturaron ejemplares de las 32 especies de hormigas que habitaban Nueva York; algunas en los parques, donde más abundantes son estos insectos, otras en las calles. Los datos revelaron que las hormigas que vivían en las aceras, pertenecientes al género Tetramorium sp. E, devoraban muchísima más comida que las demás.

Estas hormigas son una de las especies urbanas más frecuentes de los Estados Unidos. Su fama viene precedida por sus belicosas costumbres. Son capaces de despedazar a otras hormigas rivales y, además, pocos materiales orgánicos resisten sus insaciables mandíbulas. Esta actitud las ha convertido en las grandes comensales del experimento realizado por la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

Nuevas posibilidades en la higiene urbana

Basura acumuladaEl estudio, liderado por la entomóloga Elsa Youngsteadt, fue publicado el pasado 2 de diciembre en la revista Global Change Biology. Los datos vertidos en la misma concluyen que los artrópodos, y en especial las hormigas, ayudan a mantener la higiene urbana mediante la limpieza sistemática de los desperdicios orgánicos.

El resultado no ha pasado desapercibido entre los ecólogos y científicos de todo el planeta. El investigador Jari Niemelä argumenta que la introducción de especies, como la hormiga de las aceras, puede mejorar la sostenibilidad de los entornos urbanos y ser muy beneficiosa para el ser humano.

No cabe la menor duda de ello. En las grandes metrópolis, cada habitante genera anualmente diez kilos de residuos orgánicos, restos que las hormigas podrían consumir con facilidad. De esta forma, podrían reducirse los gastos asociados a los servicios públicos de limpieza, un coste que sólo en Estados Unidos asciende a los 11.500 millones de dólares al año.

En definitiva, la próxima vez que observemos a una hormiga corretear por las calles de la ciudad, conviene reparar en su encomiable labor. Estos insectos ayudan a mantener bajos los niveles de inmundicia urbana, limpiando día a día y noche tras noche, los restos orgánicos que se lanzan al suelo.

Un comportamiento que, sin duda, es de agradecer.