La hipertensión o tensión arterial alta es la primera causa de muerte en el mundo. De hecho esta dolencia recibe el curioso sobrenombre de «el asesino silencioso«, pues a diferencia de otras enfermedades apenas presenta síntomas y sus consecuencias pueden ser fatales.
En Estados Unidos alrededor de 85 millones de personas la padecen y en España existen alrededor de 14 millones de enfermos de hipertensión.
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¿Qué es la hipertensión arterial?
El corazón actúa como una bomba de agua, pero en este caso moviendo la sangre a través de nuestro organismo. En un cuerpo sano el corazón late con dos movimientos opuestos, diástole y sístole.
El sístole es el movimiento con el que el corazón expulsa la sangre y el diástole sirve para que el corazón se relaje y se llenen de sangre las aurículas: la derecha a través de la vena cava y la aurícula izquierda a través de la vena pulmonar.
La explicación de porqué cada aurícula recoge sangre de una vena diferente es relevante, pues nos va a dar idea de la propia función del corazón.
A través de la vena cava llega al corazón sangre pobre en oxígeno y ésta se almacena en la aurícula derecha, mientras que a través de la vena pulmonar llega sangre con oxígeno.
De esta forma la parte derecha del corazón recoge la sangre sin oxígeno y la parte izquierda recoge la sangre con oxígeno y la propaga por la arteria aorta para que el oxígeno se pueda repartir por todo el cuerpo y las células puedan seguir trabajando.
El oxígeno es vital para las células, pues una célula sin oxígeno a los pocos minutos muere.
Ya hemos visto cómo funciona el corazón en un cuerpo normal, ahora veamos la diferencia con un paciente hipertenso.
En un enfermo de tensión alta el corazón en su movimiento normal sistólico va bombear normalmente la sangre oxigenada a la arteria aorta para que la canalice al resto del cuerpo, pero las arterias del paciente son mucho más rígidas que las arterias sanas.
Esa rigidez causa fricción o incluso turbulencias, por lo que el torrente sanguíneo bombeado por la sístole del corazón está a una mayor presión de lo que suele estar en una arteria normal.
Cuando medimos la presión arterial a través de un tensiómetro, esfingomanómetro o baumanómetro, nos damos cuenta de que si la presión arterial sistólica está por encima de 130 se está acumulando presión en las arterias, pues no hay fluidez suficiente debido a que no son tan elásticas como deberían.
Una medida de entre 130 a 140 entra en el rango de presión alta y a partir de 140 estamos hablando de que se sufre hipertensión. Si la medición es de 140 a 160 es de grado 1 y si es de 160 a 180 es de grado 2.
¿Qué causa la hipertensión arterial?
Hay dos tipos de hipertensión arterial, la hipertensión arterial primaria y la hipertensión arterial secundaria. Los médicos desconocen las causas por la que se produce la primaria pero la hipertensión arterial secundaria es una enfermedad bien estudiada y entendida. Entre las principales causas de la hipertensión están:
Edad
La edad es una de las causas más frecuentes por las que la hipertensión arterial se desarrolla. A partir de los 40 años el riesgo de padecer hipertensión arterial se eleva, por la propia naturaleza de nuestro cuerpo y el envejecimiento celular, que motiva que las arterias se hagan menos flexibles.
Las arterias se componen de 3 capas. La capa más profunda se llama íntima o capa conjuntiva subendotelial, le sigue la lámina basal y por último un capa exterior de epitelio. Las capas elásticas son la lámina basal y sobre todo el endotelio, y si estas pierden ductilidad la presión arterial se ve afectada, apareciendo entonces la hipertensión.
El endotelio, a pesar de su simpleza celular, es enormemente reactivo con muchas sustancias químicas que pueden ir en la sangre, sobre todo con los vasodilatadores, los hemostáticos, las sustancias vasoconstrictoras y los antihemostáticos.
Por esta razón algunos medicamentos contra la presión se centran en acciones directas de químicos, como la que produce el Losartán, que reduce la respuesta de órganos celulares que producen la angiotensina.
Herencia genética
Otro factor importante es la herencia genética. Con un padre o madre hipertensos existe una posibilidad muy elevada de que la enfermedad sea transmitida. Según estudios, la probabilidad de que el descendiente herede la hipertensión de alguno de sus padres rondan el 50%.
También la carga genética se manifiesta en la probabilidad de sufrir hipertensión según la raza. Los afroamericanos en Estados Unidos presentan un nivel de hipertensión más elevado que los caucásicos y éstos a su vez son más propensos que los latinos.
El sexo del paciente también es un factor a considerar. Los hombres, sin importar de que raza sean, son propensos a tener más tensión que las mujeres.
Consumo de sal
La hipertensión arterial es una enfermedad multifactorial, esto es, que se puede contraer por varios factores o malos hábitos. Cuanto más numerosos sean esos hábitos, mayor es la posibilidad de sufrir hipertensión aguda o de grado 2.
Un elevado consumo de sal ayuda a que la hipertensión se dispare. En muchos estudios se ha demostrado que el consumo excesivo de sodio a largo plazo genera hipertensión en los individuos con predisposición a ésta.
Aunque la razón todavía no está probada, parece que una prolongada ingesta de sodio aumenta el nivel de albúmina y ácido úrico, que provocan daño en el endotelio de la arteria.
Esta hipótesis parece bastante verosímil, dado que el sodio siempre actúa como un secante y hace que las células pierdan agua y por tanto elasticidad.
Un ejemplo, simple pero ilustrativo, puede ser el del salazón del pescado. Al llenar de sal las células de un pescado éste se queda totalmente rígido y tiende a partirse si intentamos doblarlo. A menor escala, pero de un modo similar, actúa el sodio sobre las arterias.
Consumo de tabaco
Otro factor que aumenta la probabilidad de sufrir hipertensión es el consumo de tabaco. La medicina conoce desde hace muchos años la relación existente entre el consumo de tabaco y el aumento de la presión sanguínea.
Al introducir nicotina en el cuerpo a través de los pulmones, ésta provoca la liberación de unas sustancias llamadas catecolaminas, que producen inmediatamente un efecto vasoconstrictor en el aparato circulatorio.
Por lo tanto la masa de sangre impulsada por el corazón encuentra un orificio más pequeño por el que pasar y esto genera una mayor presión en las arterias.
Para que nos hagamos una idea: una presión normal de 120 mm Hg (milímetros de mercurio) equivale a 0.1596 bares de presión, lo que no parece mucho si lo comparamos con las ruedas de un coche que suelen ser de alrededor de 2.5 bares.
Pero si comparamos el díametro de la arteria aorta (2.5cms) con la anchura media de un neumático (20 cms) podemos hacernos una idea de lo que soportan las arterias cuando se ven afectadas por la hipertensión.
Consumo de alcohol
El consumo de alcohol es un arma de doble filo que es necesario saber manejar adecuadamente en relación al aparato circulatorio y la tensión alta. Por una parte el consumo moderado de alcohol es sano, pues ayuda a disminuir las lipoproteinas cHDL (lo que llamamos el colesterol malo).
Pero por otra el abuso se ha demostrado como un poderoso coadyuvante para el aumento de la presión. A partir de 3 copas de alcohol diarias el efecto es principalmente negativo para el aparato circulatorio y provoca un aumento de la presión arterial, pues el alcohol hace trabajar en demasía a los riñones haciendo que éstos demanden una mayor cantidad de sangre al corazón, motivo por el cual la presión aumenta.
A esto hay que añadir que, debido a la gran cantidad de calorías que aporta, el aumento de peso es una de las consecuencias principales del abuso de alcohol, generando así otro factor que se suma a la lista de causas de la hipertensión.
Consumo de cafeína
El consumo de cafeína en cualquiera de sus formas, café, té o refrescos, es perjudicial para la hipertensión. Esto es debido a que la cafeína produce una mayor liberación de adrenalina por parte de las glándulas suprarrenales.
Aunque sigue habiendo un debate sobre si los hipertensos deben tomar cafeína, la mayoría de los doctores opina que no se deben sobrepasar los 200 miligramos por día de cafeína, lo que equivaldría a dos tazas de 330 ml.
Estrés
El estrés es también otro factor altamente perjudicial para la presión arterial alta. El estrés detona un mecanismo de defensa en el cuerpo a través de una serie de hormonas que nos ayudan a reaccionar mejor en las situaciones de peligro, amenazas o retos.
El problema es si el estrés se vuelve recurrente. Si a largo plazo el cuerpo se ve afectado cada día por las hormonas del estrés, esto deriva en una serie de problemas como ansiedad, falta de sueño, dolor de cabeza, irritabilidad o falta de concentración, que a su vez inciden en que la presión arterial se dispare.
Falta de ejercicio
Las sociedades, en general, son cada vez más sedentarias en cualquier país del mundo y utilizamos con más frecuencia los medios de locomoción en lugar de caminar, por lo tanto es muy común que una gran parte de la población no haga nada de ejercicio.
La presión arterial elevada y la falta de ejercicio están estrechamente relacionadas. Al hacer deporte las células requieren más oxígeno y ese oxígeno sale de los pulmones para repartirse por el cuerpo a través de las arterias.
Las arterias con esa sangre rica en oxígeno se hacen más elásticas, lo que permite que el caudal normal de la sangre pase con mayor facilidad y no aumente la presión. Por el contrario si no se practica ningún tipo de actividad física las arterias y venas se endurecen, por lo que la presión arterial se eleva y el flujo de sangre circula peor.
Obesidad
Otro factor que contribuye a la presión arterial alta es el sobrepeso. Una persona con sobrepeso tiene muchas más posibilidades de sufrir de hipertensión que otra cuyo peso corporal esté en un rango normal.
Aunque no todas las personas obesas sufren esta enfermedad, la experiencia demuestra que hay correlación entre ambos factores.
Dieta rica en grasas
Una dieta rica en grasas facilita la aparición de hipertensión. Al ingerir demasiadas grasas saturadas éstas, poco a poco, van depositándose en las arterias y volviéndolas más rígidas.
Además de que por efecto de una dieta rica en grasas se incrementa la posibilidad de que se obstruyan y se produzca arteriosclerosis, lo que aumenta todavía más el peligro de sufrir un evento cardiovascular como una trombosis o una cardiopatía.
Falta de sueño
La hipertensión puede aparecer también si con frecuencia no se logra conciliar un sueño reparador, es decir, que llegue a la fase 2 y después a la fase REM por un periodo largo de tiempo.
Si esto sucede la salud en general se resiente, y varios estudios han demostrado que la falta de un buen descanso tiene incidencia sobre el aumento de la tensión arterial.
También la apnea es otro componente de la falta de sueño, que está asociado con la hipertensión.
Para las personas que sufren de apnea del sueño es difícil conseguir un descanso total y a su vez, cuanto menos se descansa, mayor es la posibilidad de sufrir de apnea, creándose así un círculo vicioso de difícil solución.
Frío
También está demostrado que en los meses de frío sube la presión y en los meses de calor disminuye. Desde una perspectiva física esto es completamente lógico pues es más que conocida la reacción de los materiales a la temperatura. Mientras que los expuestos al frío se contraen, el calor ejerce un efecto opuesto, expandiendo sus moléculas en un efecto conocido como dilatación térmica.
Altitud
La altitud es otra fuente de problemas para la persona que sufre de presión alta. Esto se debe al efecto que la altura tiene sobre la disponibilidad de oxígeno.
Así, cuanto más alta está una población sobre el nivel del mar, más escaso es el oxígeno disponible, por lo que el corazón necesita bombear más cantidad de sangre para que llegue la cantidad necesaria a las células.
Por esta razón en ciudades con una gran altitud como puede ser La Paz, en Bolivia (3640 metros a nivel del mar), Wenquan en China (5016 metros a nivel del mar) o la ciudad más alta de toda la tierra, La Rinconada, en Perú (5099 metros a nivel del mar) es frecuente que la presión arterial de la población sea más elevada que la de la media.
Cómo prevenir la tensión alta
A pesar de que existen factores fuera de nuestro control, como son la edad o la herencia genética, la presión alta se puede prevenir, e incluso con estas circunstancias en contra, la hipertensión es una enfermedad a la que se puede vencer.
Hay que recordar que la hipertensión se produce cuando la tensión en el interior de la arteria Aorta es mayor a 119, y que esto sucede cuando las arterias no son tan flexibles como para que la sangre pase sin problemas.
La flexibilidad de las arterias se ve amenazada por nuestro estilo de vida, la falta de ejercicio, el estrés, la obesidad, una dieta rica en grasas, el tabaquismo o la falta de sueño entre algunas de las principales causas.
Si se pretende prevenir, mejorar e incluso acabar con la hipertensión es necesario cambiar ciertos hábitos de vida y seguir estas pautas:
Bajar de peso
Bajar de peso es una de las formas más eficaces de prevenir la tensión arterial. El sobrepeso, pero sobre todo la obesidad, favorecen la posibilidad de ser candidatos a sufrir hipertensión.
Para evitar la presión arterial alta, el ejercicio es fundamental. La realización de cualquier tipo de ejercicio aeróbico con una frecuencia de 3 a 5 veces por semana y una duración entre 30 a 60 minutos promoverá la pérdida de peso e incidirá en la salud de las arterias haciéndolas más dúctiles.
Cambiar de dieta
El cambio de dieta, que a su vez está relacionado con la pérdida de peso, es otra de las herramientas, que tenemos a nuestro alcance para prevenir la hipertensión.
La célebre dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension en inglés) o Enfoque Dietético para Detener la Hipertensión en español nos da unas pautas sencillas para cambiar hábitos alimentarios, mejorar la hipertensión y la salud en general.
Comer más frutas y verduras, así como granos integrales, haciendo que sea la base de nuestra alimentación, y sumar a estos productos otros igualmente sanos como los lácteos sin o bajos en grasa, pescado y pollo como fuente de proteínas, alubias, frutos secos y grasas vegetales no hidrogenadas, tendrá como resultado una alimentación mucho más saludable.
Por otra parte limitar el consumo de carnes rojas, productos lácteos enteros, aceites tropicales como el de coco, el de palma o el de semilla de palma, y erradicar de la dieta los refrescos azucarados, dulces, golosinas y pastelería en general, será una forma eficaz de bajar de peso y lograr que las arterias estén mucho más sanas.
Medir la presión arterial
Conocer la presión arterial es clave para evitar la hipertensión, pues demasiadas veces se comete el error de pensar que estamos bien simplemente porque nos sentimos bien. Sin embargo hay que recordar que existe una razón para que a la hipertensión se la conozca como el «asesino silencioso».
¿Como medir la presión arterial?
Ya hemos visto que hay multitud de factores de riesgo que favorecen que la presión arterial se dispare. Para evitarlo lo primero que debemos de hacer es llevar un seguimiento regular de la tensión, y después tomar las medidas pertinentes para solucionar los posibles problemas.
Para controlar la presión arterial, lo mejor es utilizar un tensiómetro, bien sea de muñeca o de brazo. Ambos son precisos, fáciles de utilizar y sus pantallas digitales ofrecen toda la información de una forma exacta y rápida.
Para utilizar el tensiómetro de brazo hay que colocar el brazo izquierdo en una posición extendida con la mano abierta. Por este brazo pasaremos el manguito y lo colocaremos por encima del codo a la altura del bíceps. El tensiómetro debe descansar en una base plana y estar bien posicionado para hacer una lectura correcta.
Después basta con oprimir el botón de encendido de manera que el medidor de tensión arterial se infle para poder medir la presión sistólica y la diastólica.
Con el tensiómetro de muñeca es igual de fácil. Basta con colocarlo un poco más arriba de la muñeca, con la mano abierta y ponerlo a funcionar para que en aproximadamente un minuto nos proporcione los datos de tensión alta y baja.
¿Cuáles son los rangos normales de la presión arterial?
Con esos datos de tensión alta y baja, podemos saber cómo se encuentra nuestra tensión arterial. Si los rangos de presión arterial se encuentran entre 119 para la alta y 79 para la baja, se considera que la presión es normal.
Si los valores están entre los 120 y los 140 de presión sistólica o alta significa que la presión está algo elevada y se considera prehipertensión. En este caso es necesario vigilarla y tomar algunas medidas como cambios en la dieta y hacer algo de ejercicio.
Si la medida de la presión arterial se sitúa de 141 a 160 significa que hay hipertensión, en cuyo caso corresponde ir al doctor para que éste recete el medicamento correspondiente con el que poder mantener la tensión bajo control.
En el caso de que la medición señale más de 161 y hasta 179 se puede considerar que la persona se encuentra en el grado 2 de hipertensión, lo que puede ocasionar a medio plazo multitud de enfermedades coronarias y complicaciones, por lo que se debe visitar al médico sin demora.
Unos valores que vayan de 180 en adelante indican un grado muy severo de hipertensión, en concreto la llamada de grado 3.
Esta situación es en la que se dan complicaciones más serias, como fallo renal, infarto de miocardio, ictus hemorrágico e incluso la rotura de alguna arteria por no soportar el tejido la presión. Todas ellas pueden causar la muerte.
No fumar
Está ampliamente demostrado que el consumo de tabaco aumenta la presión arterial. Al fumarnos un cigarrillo o un puro la nicotina que entra a los pulmones pasa a las arterias y estimula las catecolaminas, unas hormonas que ejercen un potente efecto vasoconstrictor, por lo que la presión arterial aumenta.
Además de los perjuicios que ocasiona el humo no hay que olvidar que al fumar también se absorben alquitrán y cadmio, por lo que se reduce la función pulmonar y aumenta la retención de sodio en el cuerpo.
Esto tiene como consecuencia a largo plazo que el corazón tenga que trabajar más bombeando sangre para que la misma cantidad de oxígeno llegue a las células y es solo cuestión de tiempo que los problemas cardíacos hagan su aparición.
Esperamos que este artículo os haya servido de ayuda y que aposteis por llevar una vida sana como siempre os recomendamos.
Christina G. Nogueira
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