Al igual que la penicilina se descubrió de forma casual, la ciencia continúa avanzando, muchas veces, por medio de caminos inesperados.

El problema de los residuos plásticos es uno de los más graves en relación al medio ambiente, debido al largo tiempo que estos requieren para degradarse de forma natural.

Sin embargo una casualidad ha hecho que las esperanzas al respecto de una sociedad con menos plásticos y residuos, hayan crecido exponencialmente.

Remontándonos a los inicios de esta historia, todo comenzó en 2016, cuando en un vertedero de Japón se descubrió una bacteria cuya evolución natural la había llevado a comer plástico.

A partir de ahí se iniciaron investigaciones en esa línea y se comenzó a trabajar con una enzima que descompusiera el plástico de las botellas de refrescos.

En el marco de esos trabajos los científicos mejoraron dicha enzima de forma totalmente accidental haciendo que su capacidad de descomponer este material se incrementase un 20%.

¿En qué se traduce dicha mejora?

Básicamente en que el periodo de tiempo en el que se comienza a descomponer este tipo de plásticos se reduce de forma notable en relación al que tardaría por la única acción del tiempo y la degradación natural.

Qué efectos puede tener este descubrimiento

En primer lugar, si ha sido posible acelerar el proceso un 20% de forma casual no hay que descartar que pueda acelerarse mucho más una vez se comprendan las causas y se trabaje en su optimización.

Esto supondría poder reciclar de forma completa el plástico de millones de botellas en todo el mundo, haciendo menor la dependencia del petróleo que se requiere actualmente para la generación de plásticos.

Además el plástico de las botellas transparentes que actualmente se recicla no puede usarse para la creación de nuevas botellas transparentes, sino que se utiliza como fibras opacas para alfombras o textil. Sin embargo con esta enzima modificada sí es posible retornar la materia a su estado original.

Desde el punto de vista medioambiental una menor producción de plástico para botellas supone también un menor grado de contaminación.

En los océanos el problema del plástico es especialmente grave y por ello se tienen ya en mente posibles soluciones como llevar a cabo grandes acumulaciones de plástico en zonas concretas de éstos para luego rociarlas con colonias de estas bacterias a modo de limpieza.

enzima mutante come plastico oceanosAunque no cabe duda de que suena fantástico, todavía se está algo lejos de este tipo de acciones.

Por ahora el descubrimiento de un método para descomponer los plásticos de forma acelerada es una noticia esperanzadora, pero con pocos visos de tener efectos reales en el planeta a corto plazo.

En primer lugar todavía hay un largo camino en lo que se refiere a investigación y optimización de este proceso. El uso de enzimas en procesos industriales no es algo nuevo, y ya se realiza en la producción de biocombustibles y detergentes, pero en lo que se refiere a residuos plásticos es un camino que apenas se comienza a intuir.

Presente y futuro

Todavía hay que experimentar mucho, pero los científicos son optimistas en cuanto a las posibilidades que ofrece.

El objetivo es poder lograr que esta enzima mutante sea capaz de devorar el plástico unas 1000 veces más rápido de lo que actualmente lo hace. En ese punto podríamos decir que la investigación estaría lo bastante madura como para pasar a una fase de implementación práctica.

De momento estamos aún muy lejos. La enzima mutante ha sido patentada por los investigadores de la Universidad de Portsmouth y los del Laboratorio Nacional de Energías Renovables de Colorado, y su efecto actual requiere de días para comenzar el proceso.

Un tiempo más que interesante si se compara con los siglos que se precisan para que el mar ejerza sobre los plásticos una degradación similar, pero todavía insuficiente para hacer de este descubrimiento una aplicación práctica con la que reducir de manera considerable la contaminación ambiental en el planeta.

Sin embargo ya se especula con diversos métodos para que su acción sea todavía más acelerada. Uno de ellos, en el que ya se trabaja, es la posible implantación de la enzima a una bacteria “extremófila”, o lo que es lo mismo, que sea capaz de sobrevivir a temperaturas superiores a 70ºC.

El motivo es que a esa temperatura el plástico pasa de estado vítreo a viscoso, en el cual la acción de la enzima sería mucho más eficiente. Se calcula que de poder actuar sobre el plástico en estado viscoso los efectos de esta enzima se acelerarían entre 10 y 100 veces.

Por ahora sólo nos queda mantenernos a la expectativa acerca de cómo evoluciona este descubrimiento. Un avance que puede marcar una importante diferencia en las expectativas de una vida más acorde con el entorno natural y que puede suponer el final de una amenaza para el planeta como es la superproducción de plásticos.